Escalera
Hiriente susurró la hoja de tu otoño,
que hirió frío y voraz mi desencanto
quise llorar un mal de amor extraño,
y no aplacó tu voz mi amargo llanto.
Hiriente se apagó la luz de ocasos,
hirió mi corazón, surco por pena,
así no me dan miedo los fracasos
inmune y fuerte estoy con tu condena.
Hiriente madrugó el necio reproche,
hirió mi condición y mi cordura
y fuerte me abrazó la eterna noche
sellando con sus manos mi locura.
Hiriente trepador de la escalera
cobarde en tu razón, torpe y oscuro
pretendiste adornar con necia enredadera
lo que nunca supiste superar como muro.
No me esperes hoy ya como escalera,
muro soy, piedra a piedra construido.
No hay peldaños de flores en la espera,
muro soy, y en mis piedras: lo vivido.